viernes, 17 de octubre de 2008

Sublevados




Días de octubre.


"Yo los veía caminar por la avenida Pavón, iban con los uniformes de trabajo, iban todos para Capital", me dice.

"Durante todo el día los ví pasar, en grandes grupos por momentos, de a poquitos en otro, pero era constante", me dice.

Días de octubre que empezaban a escribir otra historia, con nuevos protagonistas que hasta allí eran NADA.

Hombres y mujeres que se vuelven visibles (de una vez y para siempre) en la plaza, viniendo desde las lejanías de la historia.

Días de octubre que empiezan a partir en dos la mirada de la realidad, irreversiblemente, política y culturalmente.

Las masas que en esos días de octubre empezaron a escribir cual iba a ser su identidad política, y que no era la que quisieron escribirle otros, desde otras vivencias y cosmovisiones que no tenían nada que ver con lo vivido por esas masas "desconocidas".

La plaza de la "república" se transforma en el escenario de la política traída por los sublevados.

El lugar de encuentro del líder con su pueblo, es el nacimiento de la democratización real de las masas, postergada una y otra vez por los poderes políticos de la Argentina. Una democracia que el poder oligárquico nunca iba a tolerar, y que las clases medias vivieron como una intrusión de ese "otro", una amenaza, gestando un definitivo quiebre cultural que marco a fuego de una vez y para siempre la vida cotidiana y la relación entre clases en la Argentina.

Días de octubre después de los cuáles, ya nada sería como antes.