miércoles, 17 de diciembre de 2008

El Bosque Justicialista


Descamisado gigante dormido, de Daniel Santoro.
 Tinta sobre papel - 60 x 40 cm - 2008

A priori comparten, el peronismo y las izquierdas, la preocupación por lo popular.

A priori digo, porque los caminos elegidos para postular históricamente esa preocupación corrieron como paralelas, nunca se tocaron. El peronismo tuvo de su lado a las masas. La izquierda, a las bibliotecas. Los campos de disputa entre ambos nunca se encontraron, nunca se ensamblaron en un mismo eje, ni en una común perspectiva.

Cada hecho histórico que involucró al pueblo interpelando a sus opresores tuvo por detrás al peronismo y a la izquierda en perenne desencuentro. Ese desencuentro es en realidad el de la propia izquierda con la singularidad política nacional y con el comportamiento político-cultural de las masas. Una izquierda condenada al repetido yerro interpretativo del sentido de los hechos políticos de nuestra historia, por causa de una conducta perezosa que terminó certificando su inocuidad en términos de política real.

Siempre me llamó la atención la manera en que  esa izquierda intelectual, preparada y capaz de analizar los procesos populares decidió mezquinamente evitar la comprensión del fenómeno peronista, para en cambio replegarse sobre esquemáticos y pétreos dogmatismos repetidos hasta el hartazgo, sin ningún correlato práctico.

Hace tiempo leía un artículo de Horacio González que hacía una particular semblanza del gorilismo, y se refería a esta actitud renunciante de la intelectualidad de izquierda. González decía algo así como que a pesar de su erudición, el intelectual no hace un esfuerzo analítico para comprender a las masas peronistas que se forjan entre la ingenuidad y la desmesura de su desordenada irrupción en 1945. Esta voluntaria decisión del intelectual izquierdista que rechaza bucear en lo profundo para entender los deseos del “subsuelo sublevado” aun teniendo la capacidad política para hacerlo, expresa una muy sutil forma de gorilismo, dice González.

La comprensión o la falta de ella. No es un tema nuevo. Perón, Evita, Jauretche y Mugica escribieron sobre esa falta de disponibilidad que evidenciaba el intelectual, el político de izquierda, frente al peronismo y las masas que se identificaron con él.

Lo notable es como esa postura mezquina se mantiene en el tiempo. Lo notable es lo poco dispuesto que sigue estando el campo de las izquierdas y los progresismos, pese a las derrotas y a su pequeñez fáctica, a abrirse a una honesta comprensión del peronismo (hoy , y en la historia), como si la pertenencia de clase terminara imponiendo una interdicción cultural, una tajante línea infranqueable entre “nosotros” y “ellos”. Una de las tantas expresiones de civilización – barbarie que atraviesa la historia nacional.

En última instancia la izquierda termina haciendo sentir su inveterado apego a la superioridad ideológica que sigue diciendo portar. Tanto hoy como en 1945.

Y si la izquierda peronista pudo traspasar la maleza e ingresar al bosque justicialista para incorporarle al peronismo un relato cultural sin prescindir de las certezas de la experiencia histórica realmente dada (Cooke, el revisionismo nacional), también hay que decir que el fracaso de 1973 se comienza a originar en la progresiva incomprensión de la noción de movimiento popular y de lo que representaba Perón para las masas, adoptando una óptica vanguardista ya escrita y digerida en los clásicos manuales de leninismo. Hago una salvedad no menor: no hay en el caso de la izquierda peronista un rechazo o indisposición para con lo popular, el problema surge al adentrarse en los intersticios del peronismo, en la aparición de inesperados malentendidos y equivocaciones interpretativas que terminan en dolorosa tragedia peronista y nacional. Se trata de una historia diferente que se cierra con inesperadas equivalencias, porque hay cuestiones del peronismo que no llegan a comprenderse.

Volvamos. Peronismo e izquierdas en histórico litigio por la representación de lo popular. El peronismo en los hechos. Las izquierdas, en los discursos. En la infinita persistencia de este cuadro de situación se asienta la inapelable refutación que el peronismo hizo de las críticas bonapartistas de la izquierda tradicional antes, y de las impugnaciones morales y programáticas del progresismo ahora. 

El peronismo se ocupa de lo popular. Las izquierdas y progresismos se pre-ocupan de lo popular. Un prefijo de diferencia, que en la historia política de este siglo fue un abismo. Y las izquierdas siguen sin tomar nota de lo que los hechos han dicho. En las izquierdas y progresismos habita el temor a despojarse de los ropajes ideológicos y los dogmas que le dieron seguridad para caminar.

Temor, en definitiva, a ingresar al bosque justicialista.