miércoles, 10 de diciembre de 2008

Rico y el Espejo


El notero de CQC está en San Miguel cubriendo la interna local del PJ. Va a una escuela y habla con la militancia de Aldo Rico. El notero de CQC va con una premisa de hierro e inmodificable: hacerle notar a la militancia y a los votantes lo impresentable que es Rico, anoticiarlos de lo contradictorio y nocivo que es el candidato que votaron o van a votar. El humor va a ser la forma elegida para presentar la idea.

Pero hay una premisa primordial que anula todo lo que sea posible agregar: Rico asociado a la mano dura y a su notoria figura de militar golpista. Asociaciones inapelables que Rico supo ganarse con creces. Pero también premisa que subsume matices y variables que no residen tanto en la figura de Rico, sino en los comportamientos de sus votantes, en aquellos que otrora lo ungieron intendente.

El notero de CQC encara a militantes y punteros, se solaza a favor de la teleaudiencia  clasemediera progre que consume el producto televisivo.

El notero de CQC les dice: “Ahora con Rico vuelven los tiros, la mano dura”. Una mujer le contesta: “Con Rico el hospital funcionaba, y fue el último que puso luminarias acá en el barrio”.

Dos mundos que colisionan, que evidencian distintas representaciones de la realidad. Distorsiones que parecen inconciliables, dos idiomas diferentes.

El notero de CQC no escucha lo que la mujer le dice, no le interesa otra cosa que reafirmar su premisa contra todo lo que esos “negros de mierda” le puedan decir. El notero viene a cumplir con su tarea aleccionadora de masas ignorantes y cautivas del uso político pejotista, y lo que es peor, de Rico.

El notero de CQC viene desde la ciudad ilustrada con todos sus prejuicios a cuestas, que para él son la verdad que los pobretones incultos del suburbio deben saber: Rico facho y golpista, y no se hable más. No se hable de lo que los negros dicen, porque nada de lo que digan interesa a los fines de la chanza mercantil-televisiva.

El notero de CQC aborda a un grupo de militantes riquistas que festejan el triunfo, y los incentiva a cantar: “¡Aldo, Aldo!”. Los militantes acompañan el cántico. El notero  cambia el cantito a “¡Mano dura, mano dura!”. Los militantes se callan, no lo acompañan. Lo miran en silencio. Para salir del atolladero, el notero de CQC exclama: “¡Ah, ésa todavía no se la aprendieron!”, y se ríe. ¿De qué se ríe?

No se la aprendieron”: los militantes asimilados a un rebaño de ovejas a los que llevan y traen, manipulan y usan. Ese y no otro es el acercamiento que propugna el notero esclarecido ante esa masa informe de negros que está del otro lado del mundo, ese mundo que se desconoce, ése al cual el notero entra sabiendo que va a salir, mundo que no se intenta siquiera comprender.

No se la aprendieron”. En la frase queda sintetizada una tácita superioridad frente al negraje. En realidad, el notero les dice otra cosa: les dice que son inferiores, manipulables, de segunda, y que entonces sólo “tamaños ignorantes” pueden votar a Rico. Bajo el ropaje de la joda y el chiste guionado fluye el más fervoroso desprecio por lo popular, reafirmado en su ridiculización.

¿Cuántos años de ausencia social del Estado democrático en democracia permitieron que figuras como Rico sean favorecidas con el voto popular?

¿De qué modo el sistema democrático contribuyó con la fuga del Estado de su función social desde 1983 en adelante a que la inseguridad sea no sólo una queja clasemediera sino también un grave problema para las clases populares, aunque cierto progresismo berreta soslaye este último aspecto y prefiera quedarse con el primero?

¿Qué ven y vieron  los vecinos de San Miguel en Rico además de lo que desde la mirada ilustrada ya sabemos ( Rico facho y golpista)? ¿A quién le interesa hacerse estas preguntas?

Rico golpista y antidemocrático, y después Rico intendente, y entonces democrático. ¿Cómo analizar este tránsito y valorar su legitimidad o no?. No tengo respuestas ni certezas. Pero son interrogantes imprescindibles si queremos empezar a entender porqué alguien como Rico figura en la consideración popular. Oír que dicen los más humildes, en vez de prejuzgarlos mediante un sutil desprecio.

Tener presente que hubo un Estado y una sociedad que abandonaron sus deberes sociales uno y su solidaridad comunitaria la otra, y que ninguno quiere hacerse cargo de esas renuncias y de sus consecuencias actuales.

En el notero de CQC está espejada la gestualidad bienpensante de gran parte de una sociedad y del Estado que la representa. Los mismos que hoy se escandalizan, pero hace veinticinco años que miran para el costado.