viernes, 20 de marzo de 2009

Cantata


El amateurismo político es un síndrome incurable, que suele atacar a las “organizaciones revolucionarias” de la democracia administrativamente sudorosa, weberiana, árida. Esa democracia que no tiene reservada para sí las cualidades de ardorosas épicas de antaño.

Precisamente porque la democracia que vivimos, con todas las imperfecciones y miserias que conserva, es hija de la tragedia política más dolorosa de la historia de nuestro país (los setenta como esperanza y genocidio, violentos fotogramas vividos socialmente sin mediaciones) es que hoy todo se “reduce” a explotar políticamente toda la capacidad instalada que los canales institucionales, administrativos, burocráticos del Estado ofrecen para mejorar la vida popular. Se trata de afirmar el lento paso que se da (fijar el pie en el suelo), antes que apurar la caminata sin que quede la huella marcada en la tierra. Aquellos que se embelesan con la línea del horizonte desdeñan los obstáculos que opone el sendero a cada paso, y entonces suelen tropezar, y por fin, caer.

La responsabilidad política y social que tienen los gobernantes para con el pueblo es un imperativo incuestionable para el peronismo, y más todavía después de la debacle de 2001, y del proceso reparador que se inició  en 2002.

Conquistas sociales y políticas que no son del presidente de turno, ni de un partido político, sino del pueblo que vislumbra un haz de luz en medio de la penumbra.

Nadie está dispuesto a tolerar el trasnochado aventurerismo mediático de los irresponsables que le hacen el juego a los que esperan con la guillotina.

Las declaraciones de Pérsico son un insulto a la militancia, a nosotros, a los que mejoraron su situación laboral, a quienes se sindicalizaron, a los que consiguieron un empleo o una jubilación durante estos siete años, y más aun, al pueblo que votó a este gobierno.

Tu Cantata es una pieza de museo, Pérsico, y en todo caso debería ser una vivencia nostálgica de tu mundo privado, y no parte de tu repertorio político.

La inmolación política es propia de los residuos testimonialistas, esos que vagan por los márgenes del poder, y lo miran con extrañeza. Arrebatos revolucionaristas de café.

Este es un tiempo de esfuerzos, de maximizar la racionalidad de las acciones al calor de una crisis que augura tiempos inciertos y frente a la que se necesita fortalecer al gobierno para que no sean los de siempre los que paguen. Es tiempo de una silenciosa, trabajosa labor gestionadora, y sí, Pérsico, eso no convoca a ninguna épica plebiscitaria, a ningún todo o nada. No hay que irse de ninguna plaza, Pérsico.

Hay que sostener la continuidad de un proceso político.

“Si perdemos nos vamos” es de niño trosco: una nefasta versión nac&pop del inveterado “cuanto peor, mejor”.

Es servirle el plato más sabroso al republicanismo esperpéntico que propone el retroceso, lo ya vivido, y a lo que no se quiere volver.

Educálo a Pérsico.