martes, 12 de enero de 2010

Los Radicales y el Stormy Weather

Los senderos empalagosos de la judicialización  no suelen ser los más gratificantes para la política, ni para la economía. Podemos gastar tardes cenagosas en la revisión de la mensurabilidad jurídica de un puto DNU o en el carácter expeditivo de un choto amparo devenido ordinario (o no), o en ingenierías bicamerales. A la oposición, estas cosas, le gustan. Como le gustó siempre ejercer la autoridad de una gramática: ésa que otorgaba la bendición al pobre que recitaba el Preámbulo de memoria, sin constatar que ese mismo pobre escolarizado constitucionalmente tuviera en la mesa el plato de comida.

Los últimos años alfonsinistas podrían haber sido filmados por Rossellini.

La pregunta que no contesta la oposición es si está bien o no pagar deuda con reservas. No responde políticamente, responde jurídicamente. Entonces no responde.

Porque para cuestionar la medida del gobierno, habría que hacerlo con una propuesta alternativa bajo el brazo. Si las reservas afectadas no fueran a recuperarse con parte del superávit comercial y las retenciones, el dólar se hubiera movido. Por eso insistimos con que la discusión es política, se busca anticipar una coyuntura que sólo vendrá dentro de dos o tres años, y que no tendrá que ver con las reservas o la puta autonomía del BCRA.

¿Cómo hará un gobierno radical de centroizquierda como el de Cobos y el socialismo para sostener la expansión del gasto si el miedo reverencial a la Ley (a no custodiar con celo el salmo kelseniano) le pide “honrar el equilibrio del Estado de Derecho”.

No es ironía, es atenernos a los hechos de nuestra historia política. El miedo a que la guita no les alcance (aunque les alcance) hace que primero corten  el gasto, y después vemos. Lo que les pasó a Alfonsín y De La Rúa, más preocupados por el orden público que por  el orden político de meter comida en las bocas más sucias y negras del confín pre-urbano. Las cajas PAN llegaron cuando sólo quedaba la estela de humo en la calle desierta. De La Rúa se concentró en redactar con la mejor técnica jurídica un soberbio decreto de estado de sitio.

Pero hay un blogger opositor que se dedicó a elaborar una propuesta alternativa al Fondo del Bicentenario (FBC), uno que no habló de presentaciones judiciales.

Y la verdad es que no supera a la propuesta de Cristina.

Brodersohn propone el cambio de Lebacs por Letes, y que el Tesoro se endeude con los privados y no con el BCRA. En esta medida se expresa el karma radical: la pulsión institucional les ordena priorizar la intangibilidad de las reservas, y recién después vemos que joraca pasa con la economía real y el gasto que hay que sostener.

Tácitamente, lo que propone el secretario de hacienda de Alfonsín que nos legó el Plan Primavera, es enfriar la economía para que se salvaguarden las sacrosantas reservas, pero nada nos dice acerca de la caída del consumo por reducción de circulante: Brodersohn quiere que la guita la tenga Cobos dentro de dos años, es una cuestión política.

Es curioso que El Primaveral diga que “ya hay déficit fiscal” y que el gobierno no puede hacerle frente sino mediante “un inminente endeudamiento”, anticipando calamidades que no se reflejan en la realidad económica. Salvo que la molestia política de El Primaveral y Ricardito resida en la decisión kirchnerista de no cortar el gasto público social, y que entonces el pensamiento creativo de ver por qué lado se financia gasto en los próximos cinco años no sólo recaiga sobre este gobierno, sino sobre los que vengan. Y sabemos que los radicales no suelen ser muy creativos: dictan la emergencia económica y cortan el gasto. Brodersohn podría escribir un paper sobre eso.

Es mucho más confiable que sea el BCRA el que compre los dólares y largue letras (operación interna), que el Tesoro venda letras en pesos y con eso compre dólares al BCRA como quieren los radicales. Si entran a jugar tenedores privados, ¿no se presta para que algunos muchachos saquen la tajada financiera de acuerdo a “las expectativas del mercado”?

Los K siguen siendo insuperables en el manejo de la economía con respecto a sus antecesores, y la propuesta radical lo confirma.