martes, 27 de abril de 2010

Todo Blog es Político

"(...)Lejos de sentirnos como el hombrecito de la “Primavera de Praga” que con su sola humanidad quiere frenar el avance de un tanque soviético, nos sentimos como una manada de nerds con un inesperado y efímero éxito. Que así sea.
¿Acaso los blogs están siendo tomados más en serio que lo que lo hacen sus propios autores? Escribir un blog no es un trabajo, es un placer. Escribir un blog son un montón de horas improductivas al servicio de los que te leen, de los anónimos que te insultan, de los amigos que te celebran, de lectores silenciosos que sólo Dios sabe qué piensan, pero el círculo se fue agrandando día a día, hasta un límite más o menos esperable en un contexto tan amplio de disputa política. Punto.
Es ocioso decir que nadie nos paga por decir lo que decimos, tal como se afirmó de un modo tajante, pero esa sospecha hace gala de un clima que también desde la intensa blogosfera se ayudó a construir. Y es en torno de esa irrupción pública que preferimos decir algo. No somos víctimas de nada, no somos vengadores anónimos, no tenemos que rendir cuentas de ética pública, pero partimos de este incipiente principio: todo lo que ayude aunque sea un poquito a hacer mierda la política... está mal. Seremos capaces de revisar nuestras acciones en virtud de ello, amigos(...)"

lunes, 26 de abril de 2010

Resolana sobre un Mar de Laca


Leía unos relatos de Hemingway que enganché por tres pesos en una librería de viejo en Corrientes. Mirábamos la esquiva y minimal versión post-globalizada de Vivre sa Vie que filmó Soderbergh con el quiebre hipotecario yanqui como telón de fondo: Sasha Grey por Anna Karina no está mal.

 

Leía un bonito texto de Eduardo Luis Duhalde escrito hace algunos años. Entre muchas contingencias de la política sesentista que allí se narraban, aparece muy bien descripta la famosa discusión sostenida entre Hernández Arregui y Cooke. Seguramente todos los que integran el espacio nacional y popular conocen aquel debate situado dentro de la izquierda del peronismo. Un debate-disputa sobre concepciones y metodologías que finalmente separó amigablemente los caminos de ambos dentro de los destinos planteados por la política real, pero sin dañar las coincidencias ideológicas. La discusión aquella tiene hoy olor a naftalina, pero era: izquierda nacional-movimiento peronista. Aquel debate ponía en tensión el espacio y la identidad del peronismo (su metraje de densidad político-operativa e ideológica dentro de las fuerzas populares realmente existentes) en un claro contexto de flujos populares que hoy no existen ni en intensidad ni en forma de expresión. Mientras que Hernández Arregui le ponía fichas al clivaje izquierda nacional como “motor de la historia” (y al peronismo como un elemento más bajo ese sintagma),  el Gordo planteaba la centralidad del movimiento peronista como irradiación de la revolución nacional (“con burócratas y todo” decía). Notemos que a pesar de la cubanización, el Gordo todavía pensaba en clave Praxis + Teoría, y no al revés: por eso rechaza la idea de izquierda nacional como difusa e imprecisa, y dice que la referencia de una política popular radica en la identidad peronista. Este breve y amistoso debate no es menor, ya que fija diferencias sobre el modo de pensar la política y hacer una construcción concreta. Los senderos de JJHH y JWC se bifurcan.

Esta historia del pasado político del pensamiento nacional (como dice mi amigo el Coronel Cuitiño, yo lo de “popular” lo sacaría por innecesario) es anecdótica: los contendientes están muertos y aquella realidad también. Pero es interesante como ejemplo para analizar las disputas amigables que pueden surgir hacia el interior del espacio kirchnerista, y al peronismo dentro de él.

Disputa sobre el relato y los hechos concretos políticos que sedimenta el kirchnerismo después de ocho años, y donde lo central no será discutir la figura personal de los Kirchner, sino cómo se reubican los bloques políticos realmente existentes que hoy están unidos por la conducción de Kirchner. Es decir, si el maquillaje izquierda-derecha termina por generar una confrontación blanco-negro de llamaradas inextinguibles, o no.

Disputa que no se dará en los pliegues de la escritura silvestre que mana de los blogs, pero sí en la política venidera.

El desembarco del moyanismo en el Conurbano, en tándem con los movimientos sociales (el peronismo de izquierda realmente existente) abre una interesante etapa hacia el interior del peronismo: la sindical y la territorial de los intendentes son dos formas organizadas que nunca pujaron por el posicionamiento del espacio común peronista sobre el que inciden y tienen representación. Zanjado el tema,  el problema asoma para el espacio kirchnerista no peronista cuando la discusión no sea Kirchner 2011, si es que no pueden digerir a Moyano. Si los únicos peronistas que están dispuestos a aceptar son Néstor, Cristina o Rossi, digamos que la cosa se les complica, y Pino será empezado a ver con cariño. Sobre todo por el seisieteochismo: todo peronismo que no sea manejado por los K, se transforma en automáticamente de derecha. Y vuelta al primer casillero.

Puja de discursos: el peronismo no va conceder ser puesto “a la derecha” por la intelligentzia progresista kirchnerista y antikirchnerista que busque reciclarse y heredar el capital ideológico y material gestado por el kirchnerismo. Y esto se relaciona con las chances de supervivencia del kirchnerismo no peronista partidario y la pos-transversalidad cuando el espacio operativo para jugar se estreche: se trataría de saber cómo van a jugar cuando Kirchner no sea la referencia de los armados, o inclusive cuando lo sea, pero en un escenario equilibrado, hegemonizado por nadie. Un ejemplo pertinente sería ver cómo se relacionará el compañero Rossi con el PJ santafesino si quiere constituirse en una opción de mayorías.

La transición Moyano pone dentro de órbita la secuencia peronismo de izquierda-CGT- peronismo ortodoxo (“de derecha”, para todo el progresismo), cosa que con Kirchner hoy no puede ocurrir (sólo por “las compras de relato” que hizo Lupo), e introduce un desplazamiento del margen de acción del peronismo  (de su densidad política posible hoy) que puede llegar a preocupar a un sector de las alianzas sustentadas por el kirchnerismo: los progres no son sectarios ni excluyentes, siempre que se les respete la “programática” que ellos bendicen, y si los criticás por ese narcisismo conceptual casi atávico, te dicen gorila. Nada nuevo bajo el sol. Nada grave, tampoco.

El Viejo decía que con los buenos solamente no vamos ni a la esquina.

Puja saludable de discursos: una brisa que el espacio nacional y popular tendrá que afrontar con alegría, con la amistosidad de aquel sesentismo sepia.

viernes, 23 de abril de 2010

“Nací el 5 de mayo de 1975; cuatro días antes, mi vieja, a punto de parir, se fue en un camión a Plaza de Mayo a festejar el Día del Trabajador con los compañeros peronistas.

“En la adolescencia me vestía de payaso el Día del Niño para festejarlo con los chicos de La Cava.”

“El peronismo es uno solo. Vamos cambiando de líder, y lo seguimos. Antonio Cafiero, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, y ahora Néstor Kirchner. El partido es verticalista y lo va a seguir siendo.”

 

Partido del Orden. Izquierda real de masas. Clientelismo organizado. Desmesura político-cultural. Dispositivo melifluo y férreo de Poder. El caleidoscopio de las representaciones.

Cuando ya se escribieron todos los libros, y se expusieron en la vidriera todas las teorías, lo que queda es siempre lo mismo: la ausencia de un pensamiento de la política por fuera de de las superestructuras. Por fuera de las histerias, espasmos, contradicciones y vedettismos que lo superestructural cultiva. Desde que el cotinosiglismo y el chachismo instalaron una forma  de concebir y actuar la política de la vida cotidiana mirando hacia arriba  y quitando lastre abajo, los pensamientos que reflexionaron sobre los ensayos de una política popular también quedaron pegados a ese enjuague narrativo que declaraba que las dirigencias marcaban el rumbo “de la historia”.

Quizás el adagio de Malena (alguien de mi generación) venga a contrarrestar la noción ilustrada de verticalismo, al relativizarlo. Negar al verticalismo como espera ideológica urgente e imprescindible para inaugurar una política popular. Negar, entonces, que la política se ordene operativamente desde los arrestos de un parnaso estamental partidario, y en cambio afirmar las líneas de continuidad que el dispositivo estatal-popular-punteril ha desarrollado más allá de las anodinas alternancias de arriba. Efectivamente, el peronismo como política popular territorial es uno solo. Me siento cerca de los que no dramatizan la política: los que no sufren por los liderazgos, ni cuando nacen, ni cuando mueren.

domingo, 18 de abril de 2010


1. Una política popular presupone una rendición condicional a una idiosincrasia. Un acto de contrición política, un postrarse a los pies de aquello ofendido antes desde el minarete de las ideas realzadas en el almíbar de la felicidad dogmática. Lo ofendido es, en general, la noción de pueblo. Ese pueblo creado es un sueño que oblitera serialmente el acto de postración ante los opacos pliegues de una idiosincrasia. Quizás sea por eso que la comunión entre las almas políticas progresistas-populares-democráticas y lo popular físico, transpirado y sucio siempre sucedió exclusivamente en los libros y la Palabra. Los que hacen de la política un culto solemne son los menos proclives a postrarse.

2. Existe una silueta ilustrada a la izquierda que asiste crónicamente al esplendor efímero de su propio ombliguismo. Una euforia de madera que traza su corralito coral de verdades con una recursividad histórica bastante rítmica. Son intervenciones políticas virginales, en tanto se narran a si mismas inaugurales de vaya uno a saber qué proceso histórico, de qué salto de calidad en nuestra conciencia popular. Es una minoría que se narra como un todo sin el paso previo de realizar algunas interpelaciones que hagan más decente la afirmación.

3. Una cuestión que parece lícito indagar es si los nuevos idealismos que necesita la política posmoderna para galvanizar la llama de las utopías movilizantes incluyen insultar y escupir al locutor Fernando Bravo o llevar un cartel con la cara de Ernesto Tenembaum denunciando su mercantilismo periodístico. ¿Qué sienten los tipos que hacen eso? ¿Se sienten traicionados porque antes le creyeron todo a esos periodistas que seguramente funcionaron como “ejemplo para sus hijos”? ¿Es este despertar tardío de los inusitados pancartistas una secuela del manto de verdades que durante el menemismo sirvieron para meterle otro palazo en la espina dorsal al peronismo?

4. Algunos de estos virginales creen que la política empezó el día que se sancionó la ley de medios, y ahora quieren arrasar con todo. Irían a doscientas marchas para destrabar la ley antimonopolica, pero no irían a más de dos para pedir la ley de la asignación universal por hijo. Lógicamente, como parte activa de los virginales, Florencia Peña dice que “este es el pueblo”. Exigen a los demás el deber moral de “estar ahí”, de movilizarse el 24 de marzo, tan sólo porque para ellos es toda una novedad: es la primera vez que están ahí, pero sienten ser fundadores de algo. No, Peña, ese no es el pueblo.

5. Como dice Fogwill, el grueso del seissieteochismo militante no estaba en las plazas kirchneristas contra el campo. Quizá pensaban en aquel momento que el gobierno era “parte del entramado capitalista que sólo postulaba un tibio reformismo y no ir a fondo contra las corporaciones”, y ahora se dieron cuenta que “el kirchnerismo se quiere coger al establishment en todo su conjunto”, cómo no haber estado antes…

6. Este kirchnerismo inoloro de tiempo suplementario (proverbialmente no peronista) eligió como conductor político a Eduardo Aliverti. Comparte con el excepcional locutor tener que soportar a esta sociedad de derecha que no entiende un carajo de nada, al pejotismo del orto que hunde en el aprovechamiento y la ignorancia al negraje iletrado, a esta sociedad de mierda que no comprende lo esencial que va a ser la democratización de los medios audiovisuales para su vida cotidiana y que no se suma a esta lucha final por el destino de la patria. Aliverti tampoco estuvo en las plazas kirchneristas antisojeras, porque se trató de una confrontación demasiado capitalista para su gusto.

7. Sería bastante lamentable que cuando se haga el inventario del kirchnerismo, el seissieteochismo autoconvocado (el reverso de esta moneda es el cacerolerismo autoconvocado antiK) se cuente como parte de los efectos positivos de un proceso de ocho años de acumulación política, como la supuesta perla blanca de la profundización (?) del modelo.  Eso querría decir que el kirchnerismo no dejó nada en el plano político, y sería lógicoque la mayoría de la sociedad comprenda razonablemente que debe ser reemplazado por otra política superadora. El kirchnerismo dejaría muchísimo menos que lo que nosotros decimos que deja. Hay quienes prefieren que el kirchnerismo sea recordado por haber sacado una ley de medios antes que por haber reintroducido las paritarias y los convenios colectivos de trabajo, mandando al carajo toda una idiosincracia nacional. A esto me refería yo cuando decía que el seissieteochismo le hacía mucho daño al gobierno.

8. La centralidad política que sigue asumiendo la cuestión mediática en la agenda kirchnerista es directamente proporcional a la debilidad que el gobierno exhibe para articular un discurso concreto hacia el futuro. Una debilidad que es también, de poder.

9. El seissieteochismo, estadio banal del cartaabiertismo, no es la fase inaugural de una construcción política genuina hacia el futuro, como piensan algunos, porque se sostiene en los bemoles psycho que históricamente la clase media progresista desarrolló frente a los medios de comunicación en esa relación amor (menemismo)-odio (kirchnerismo) que nunca cesará, porque no quieren postrarse. El seissieteochismo ensaya la decadencia de ideas del kirchnerismo.

jueves, 15 de abril de 2010

Blogs Políticos, Kirchnerismo y Marca Autoral

Sería de una pereza intelectual sin precedentes reducir este complejo fenómeno blogueril de las pampas a la etiqueta “los blogueros K”. Pero solicitarle rigor analítico a cierto espectro periodístico (espectral, fantasmal, un ánima) que se ve incapacitado de producir bases argumentales sólidas, excesivamente soliviantados por la saturación insana del clivaje kirchnerismo – antikirchnerismo, es casi imposible. A esta altura de la partida, quiénes más tienen para perder son los medios tradicionales que se vuelcan a la catarsis de un antikirchnerismo irracional, absolutamente deslindado del pulso popular, callejero. Es bastante la cantidad de gente que en estos años abandonó la lectura de las publicaciones tradicionales para buscar “la fresca” en los blogs políticos. En este sentido, el conflicto del Gobierno con el campo produjo una ruptura irreversible que puso en duda la honestidad intelectual y la legitimidad de ciertos periodistas y medios tradicionales que se habían erigido durante el menemismo como los fiscales de la República y como brazo periodístico tácito de lo que políticamente producía en esos años el frepasismo: genéricamente se lo llamó antipolítica, y con esas mismas armas retóricas pretendieron construir el relato antiK, sin comprender el cambio epocal en el que el kirchnerismo nace y se expande, y sin comprender la compleja índole política del conflicto agrario. Es en ese contexto de desorientación mediática que no casualmente se produce, como bien lo dijo Mauri K a Jorge Rial, un salto cualitativo en el nacimiento de blogs políticos pertenecientes al impreciso ámbito nacional-popular (entre los cuales nace este blog) y que se suman a otros ya existentes.

Pero digamos que la coyuntura del conflicto agrario y el apoyo al gobierno peronista de los Kirchner es sólo un aspecto que no explica para nada la enorme complejidad y diversidad que residen en esta blogosfera política que refleja todas las tonalidades e intensidades de una producción de pensamiento político que es muy difícil de encontrar en los medios tradicionales. Solamente en los blogs uno puede encontrar el humus peronista de la escritura de Manolo, el proyecto editorial de El Conurbano, el salvajismo narrativo de Carrasco o la sutileza analítica e irónica de Tomás, por solo citar algunas de las líneas de fuga hacia las más de mil formas que expresa la marca autoral en los blogs.

Este crecimiento silvestre, desordenado, confuso, es ignorado por el periodismo tradicional, y por los propios políticos, inclusive por los presuntamente beneficiados por el fenómeno. Se desconoce la lógica de la producción teórica, y se desconoce la pluralidad de interpretaciones que giran en torno a un hecho político, aún cuando exista un núcleo de coincidencias básicas que amalgama implícitamente a todo el espacio pero que no obedece a ninguna decisión política o partidaria “bajada de arriba”: se coincide en una base de logros concretos y objetivos que fueron incorporados a la sociedad por el kirchnerismo (el peronismo realmente existente de la época) y un apoyo en función de esa realidad. Esto no obstruye sino que más bien dispara una cantidad de debates y disidencias que ahondan la riqueza de una diversidad que potencia la seriedad de los debates, que de ningún modo se circunscriben al kirchnerismo: se debate sobre el peronismo, sobre los medios, sobre temas sociales, sobre el Conurbano como geopolítica cultural (absolutamente destratada por los medios clásicos, y para mí el mayor aporte de esta blogosfera política denominada nacional-popular), sobre las imposturas de la cultura progresista, sobre las fallas del clivaje izquierda – derecha para determinar una taxonomía política. Y muchas otras cuestiones frente a las cuales la consideración etiquetadota de “blogueros K” que despectivamente utiliza el Diario de la Argentina resulta inadmisible y severamente reduccionista, además de desnudar la incomprensión manifiesta de un fenómeno que excede claramente al kirchnerismo.

Despertaron al mostro.

viernes, 9 de abril de 2010

Ciudad

"El año pasado, en una misa similar a ésta que tuvimos en una iglesia de La Boca, me salió del corazón decir que en esta ciudad de Buenos Aires tan linda, tan nuestra, hay esclavos. Hoy lo voy a repetir de nuevo. Y hoy nos vinimos a mirar a la cara para decirnos mutuamente: “Si vos luchas, si yo lucho con vos, si nos miramos y luchamos juntos, habrá menos esclavos”. El año pasado yo les decía que en esta ciudad de Buenos Aires, con mucho dolor lo digo, están los que “caben” en este sistema que se hizo y los que “sobran”, los que no caben, para los que no hay trabajo, ni pan ni dignidad. Y esos que “sobran” son el material de descarte porque también en esta ciudad de Buenos Aires se “descarta” a las personas y estamos llenos de “volquetes existenciales”, de hombres y mujeres que son despreciados...

(...)Algo peor todavía: estos hombres y mujeres, chicos y chicas, que no caben, que son material de descarte, que son despreciados, se los trata como mercadería. Son objeto de trata. Y hoy podemos decir que en esta ciudad los talleres clandestinos, con los cartoneros, en el mundo de la droga, en el mundo de la prostitución, existe la trata de personas.(...)

Hoy Dios nos dice lo mismo que le decía a Caín! “Caín: donde está tu hermano?” (lo había matado). Y Caín con un gran cinismo, le contesta: “Que se yo! Acaso soy yo el custodio de mi hermano?” Esta gran ciudad de Buenos Aires contesta así muchas veces! “Que me importa, acaso yo me tengo que ocupar de todo???” Es tu hermano, es tu carne, es tu sangre¡!!... Nos hemos endurecido, hemos perdido el corazón. Buenos Aires se olvidó de llorar porque vende a sus hijos, Buenos Aires se olvidó de llorar porque excluye a sus hijos, Buenos Aires se olvidó de llorar porque esclaviza a sus hijos... Y hoy nos miramos la cara. Alguno podrá decir: Bueno, el cura nos va a decir que recemos. Lo único que les digo hoy es mirémonos las caras, reconozcamos en nuestro hermano la dignidad y luchemos para que esa dignidad sobreviva. Y abramos el corazón al llanto, a ese llanto que pide perdón por ese crimen de la trata de personas. Y no estoy inventando cosas porque estuve escuchando lo que me han contado: los talleres clandestinos, sometimiento de menores en la prostitución, tráfico de drogas... Todo ese mundo de la coima que cubre y hace lícito que esto sea posible."


...



"Venimos a llorar, llorar por más que esos 194. A llorar por nuestra ciudad que no llora todavía. Nuestra ciudad que no tiene lágrimas de madre para esos hijos que hoy recordamos y para tantos otros que ella abandonó.

Esta ciudad vanidosa, casquivana, orgullosa, coimera. Esta ciudad que maquilla las heridas de sus hijos para que no la hagan sufrir. No las cura, las maquilla. Esta ciudad que esconde a sus ancianos mal alimentados, los arrincona porque no quiere ver el sufrimiento de los que nos dieron la vida.

Ciudad que abandona a sus chicos, que elegantemente los llama “chicos en situación de calle”. Se desprende de ellos y los tira a la calle.

Esta ciudad no llora y porque esta ciudad no sabe llorar no es madre y nosotros hoy venimos aquí a llorar para que esta ciudad sea más madre. Para que esta ciudad en vez de matar, aprenda a parir. Para que esta ciudad sea promesa de vida. LLoramos recordando estos jóvenes que han muerto y le decimos a esta ciudad “mirá, la mayoría de ellos murieron entrando y saliendo para salvar a otros, no se escaparon para salvar el pellejo”. Le decimos a esta ciudad que sea madre solidaria como lo fueron estos chicos que dieron testimonio entrando y saliendo hasta no pudiendo salir más.

El dolor no se va, camina con nosotros. Lo peor que podemos hacer es la receta del espíritu mundano que es anestesiarlos con otras noticias, con otras atenciones, con otras distracciones. El dolor hay que asumirlo como ustedes lo asumen. Ustedes están más cercanos, nosotros los que estamos más lejos, también queremos asumir a aquellos que están muertos, lo tratamos de hacer. Hay que asumirlos y dejar que se añejen en nuestro corazón y se transformen en semilla de fecundidad."


viernes, 2 de abril de 2010

Mugica

Peronismo y Cristianismo es imprescindible. La recopilación es desprolija e incompleta, son varios los textos que quedaron aislados y sin registro de todos los que fue escribiendo el Padre a lo largo de los ´60 y ´70. Con Mugica pasa lo mismo que con Perón: son más quienes lo evocan que quienes lo leyeron. Mugica es una figura complicada y estudiada sin la profundidad que amerita, quizás por las incomodidades que generó a izquierda y derecha, no siempre convenientemente explicitadas pero que serían claves para entender mejor el pensamiento que surge de los cruces analíticos entre los valores cristianos y los del peronismo en su matriz doctrinaria.

De esa encrucijada, que es además la del antiperonista que festejó la caída de la tiranía en el ´55 pero que ya estaba en tránsito hacia una comunión con los pobres que escriben en la puerta del conventillo al que Mugica iba a predicar: “Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los curas”, surge la cosmovisión política que hace del desprendimiento su piedra basal. El aprendizaje de Mugica sucede territorialmente, y su producción teórica es la constelación de todos y cada uno de los pasos en falso que las clases ilustradas políticas no deben cometer en la aprehensión de la cultura popular que es peaje para cualquier acción política.

A la renuncia religiosa, Mugica agrega una renuncia política como condición de posibilidad de una política popular real, bajo la cual las consistencias ideológicas pasan a retiro: “Nosotros, intelectuales, vemos las cosas de Evita o de Perón, y nos parecen demasiado simples; decimos que no tiene consistencia ideológica, porque, claro, esa gente habla como el pueblo, no habla como nosotros intelectuales que tenemos ideas claras, precisas y a menudo bastante abstractas” y señala los riesgos de la hipertrofia teórica que colisiona con lo popular: “Los cristianos siempre hemos tendido a ser ideólogos, siempre hemos tenido mucho miedo a la realidad concreta porque es ambigua. Y mientras nos preguntamos si estará bien o estará mal, el problema ya lo habían resuelto otros. Siempre quisimos la opción pura y perfecta, y la política es una cosa sucia que nos obliga a arriesgar (…) la opción política es siempre por el mal menor (…) El peligro del ideólogo es el sectarismo que lo lleva a una estructura en el fondo racionalista y lo lleva a separarse de la realidad.”

Es casi obvio reafirmar la actualidad que revisten estos pensamientos si se quiere afrontar una política popular seria y sin mezquindades. Lamentablemente, la lectura de la obra de Mugica está poco difundida y la evocación del Padre más usual es la que recuerda la fecha de su muerte, asesinado por la Triple A.

En Mugica, la opción política por los pobres no se hace “en nombre de”, sino como parte de un experiencia de escuchas. Escuchar la voz del que no tiene voz es una tarea que cancela el egoísmo de “mis ideas” a favor de una realidad insondable, esquiva, desconcertante: la comprensión de lo popular en sus mil estallidos y significaciones.

Lo escamoteado de la figura de Mugica es su derrotero: desde los ´60 como guía espiritual de una generación juvenil que se incorpora al peronismo en una instancia proto-montonera, el apoyo político a Montoneros-JP durante los ´70 del Luche y Vuelve y la durísima ruptura con la izquierda peronista a partir de 1973, explicitando la lealtad a Perón. Ese derrotero está marcado siempre por la misma apreciación: la acción política errada es la que se distancia de los pensamientos, sentimientos y pesares del pueblo en cada coyuntura histórica.

Además de ser el año de la fatalidad, 1974 es para Carlos Mugica el tiempo conflictivo de una izquierda peronista a la que ama y quiere contener dentro del movimiento nacional, pero que está cortando sus últimas amarras con el Pueblo. En los primeros meses de 1974 estalla el conflicto político a raíz del plan de viviendas del Ministerio de Bienestar Social que ofrece a los habitantes de la villa de Retiro el traslado de los que quisieran a un barrio obrero en Ciudadela. El Plan contaba con el aval de Perón, pero como parte de la confrontación integral de la Tendencia con el líder, el movimiento villero peronista (MVP) promovía entre los villeros el rechazo al plan de viviendas del gobierno nacional bajo el falso concepto de “erradicación como avasallamiento”. Mugica reflexiona sobre este conflicto, y hace la pregunta clave: ¿Qué opinan los villeros?, y escribe un artículo fundacional con un título tremendo, La ultraizquierda en las villas, y dice: “Hay dos maneras de encarar esta agitación prefabricada en torno al traslado. La primera, elemental, es saber cómo ha reaccionado el villero ante la iniciativa oficial. Puesto que él es el destinatario de un programa semejante, su opinión es entonces la que debe importarnos. Hablando con la gente, nos damos cuenta de que está contenta, porque se le brindan cosas dignas, hermosas. Este plan del gobierno popular no se parece en nada a los planes que surgieron durante la dictadura. Al respecto, yo pienso que el plan puede tolerar correcciones, puede ser mejorado, lo cual no significa cuestionar el plan en su totalidad ni ignorar sus muchos méritos. No es ideal. Es bueno, simplemente, lo que no es poco decir. Por lo tanto, nosotros estamos a favor de este plan, porque nosotros queremos erradicar las villas y no eternizarlas. Pero ¡ojo!, erradicar las villas no quiere decir destruir los valores del villero (…) Erradicar la villa significa sustraer a sus pobladores, a las numerosas familias que la habitan, de condiciones ofensivas para su dignidad, para la salud moral y física de niños de adolescentes. De ahí que apoyemos la erección de barrios y viviendas higiénicas, ventiladas, dotadas de los imprescindibles servicios sanitarios, luz, gas. Porque el villero no quiere seguir siendo villero, no quiere seguir viviendo como un condenado (…) Quien comprenda realmente al villero tiene que comprender sus legítimas ansias de liberarse de una situación que lo transforma en paria. Es, precisamente, lo que no comprende el socialismo dogmático, con su empeño ciego de impedir que el mundo agrio, duro del villero se transforme realmente.” Continúa el Padre, refiriéndose al accionar de la Tendencia en el conflicto: “Aunque invoque al villero, en realidad no se ha asomado a sus problemas. (…) Nuestro pueblo es cristiano, es justicialista, no acepta las formulaciones falsamente revolucionarias de quienes, en definitiva, no son sino una expresión del liberalismo europeo. (…)Los que claman por la revolución son casi siempre gente de afuera, activistas que no viven ni han vivido en el lugar. Desde luego, hay villeros con ellos, pero éstos responden a una política que les dictan desde afuera. Hay una muestra típica de este irrealismo político, de este prejuicio de superioridad presuntamente revolucionaria, que se comprueba en las reuniones o asambleas promovidas por la ultraizquierda. Apenas un compañero de la villa cuestiona un argumento, discrepa con una iniciativa, manifiesta sus diferencias con algún dirigente, enseguida se le imputa que carece de conciencia política y se lo excluye. De este modo, muchas organizaciones o grupos han perdido representatividad, la gente los abandona, abandona a quienes no entienden sus reales necesidades y la subestiman políticamente.”

En esas épocas, ya circulaba la Biblia del Pepe, como manual de interpretación política entre los cuadros de la Tendencia. La posición de Mugica le valió ser incluido en la sección “La Cárcel del Pueblo” de la revista Militancia que dirigían Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde (amigos personales del Padre), en la que se solía condenar con mucho humor negro a los exponentes del establishment. Escribió Militancia sobre “la condena” a Mugica:Dos mil años de política terrena han enseñado mucho a la Iglesia Católica. Una institución que es la negación del democratismo interno, sin embargo comprendió hace muchos siglos, las ventajas de tolerar las distintas corrientes que se forman en su seno. A un ala conservadora y retrógrada se opone siempre un ala liberal y progresista. Una jerarquía pro-oligárquica convive con sacerdotes del pueblo. Están los curas humildes y silenciosos y están las estrellas publicitadas. A esta última especie pertenece CARLOS MUGICA, super- star.”[...] siempre ha sido un movimientista nato. Como queriendo resumir en su persona todas las corrientes internas de la iglesia, trata de ser al mismo tiempo un conservador progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor del Sistema. Y así le va con el resultado. Lo dicho no es una acusación gratuita. Con su defensa apasionada del celibato eclesiástico y del acatamiento sin protesta a la jerarquía, es tolerado por los preconciliares como un ‘muchacho’ rescatable. Su pertenencia al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, lo refiere a los sectores de avanzada. Su hábitat en el barrio norte y sus amistades le permiten no romper los lazos creados en su carácter de Mugica Echagüe. Su labor religiosa en la Villa Comunicaciones lo emparenta con el pueblo. Su condición de colaborador de Bernardo Neustad [sic] en la revista Extra, le abre las puertas de la contrarrevolución, avalado por su círculo de relaciones (aunque ha perdido algunos amigos como Hermes Quijada). Todo mezclado, como en el poema de Guillén. La Biblia y el calefón, diría Discépolo. Ayer una misa por Carlos Ramus, luego un responso a Bianculli guardaespaldas de la UOM y hoy un oficio religioso para Isabelita. (Siempre queda la excusa que la religión no hace distingos políticos, como si fuera el único cura de la aldea). Como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente. Montonereando en el pasado reciente, lopezrregueando sin empacho después del 20 de junio, Carlitos Mugica, cruzado del oportunismo, ha devenido en: ¡depurador ideológico! [...] tiene la osadía de negar el aporte de una juventud que desde hace muchos años riega a diario con su sangre el suelo de nuestra patria, dándole el siguiente consejo de pavo infatuado: que ‘renuncie a buscar la revolución en los libros (con el peligro de morirse de un error de imprenta) y ascienda al pueblo asumiendo sus problemas reales’ (Mayoría, 19-III-1974). Por todo lo expuesto, quede Carlos Mugica preso en la Cárcel del Pueblo, aunque se quede sin asistir al casamiento de la hija de Llambí con Sergio Patrón Uriburu.

Reconocemos aquí, aparte del estilo ácido de Militancia (que leído hoy da un poco de escozor), los efectos dramáticos que causaba la lucidez de Mugica en un momento donde ésta era un bien escaso. La ruptura con la izquierda peronista se iría acentuando con el tiempo y en marzo de 1974 escribiría: “Los hombres más afectados por la vida son los trabajadores, los pobres.(…) Los que forman lo que hoy llamamos la juventud, pertenecen en general a la clase media y están más distanciados de las reales aperturas. Y pueden entonces más fácilmente ideologizar, especular, soñar. En estos días hubo dos manifestaciones públicas. Una en el estadio de Atlanta. Muchos jóvenes. Pocos obreros. Allí prevaleció la ideología sobre la realidad. Otra en Plaza de Mayo. La pude ver con mis propios ojos. Esos trabajadores, auténticos cabecitas, no especulaban cuando gritaban “Zorila y Perón, un solo corazón”. Estaban reclamando condiciones dignas de trabajo y carne barata para el pueblo. La encrucijada de la juventud es dramática. Y nos envuelve a todos. Porque sin ella no vamos ni a la esquina. Y la responsabilidad de nosotros, sacerdotes, educadores, es enorme.”

Felices Pascuas.