jueves, 28 de julio de 2011

Venía con unos riachos de sangre que le armaban un delta en la parte blanca de los ojos, y hacía una solicitud desesperada de psicofármacos, decía que no podía dormir. Nosotros teníamos los medicamentos guardados en una caja de cartón que alguna vez embaló a un televisor philips, escondida en el baño. Se dejaba caer en la silla, resoplaba, sacaba un pañuelito roñoso del bolsillo del saco y se lo pasaba por la nuca negra para sacarse la transpiración. Cuando levantaba el brazo, el saco se le abría y dejaba ver el revolver en la sobaquera. El calor estaba afuera, pero en esa oficina del Concejo lideraba la frescura del contrafrente, de un edificio municipal de hormigón moderno que daba al pulmón de manzana. Le digo: Negro, venís muy seguido a pedir, así no va, nosotros no somos una farmacia. Y el Negro decía siiii, ya sé nene, y largaba el vómito habitual de excusas, era insoportable el Negro cuando balbuceaba el ruego medicinal, mezclaba temas, decía que se iba a separar de la jermu y no sé qué, me inventariaba quilombos cuya mitad eran verso, contaba anécdotas de los ´70 que no le interesaban a nadie.

Tenemos facilidad para hacernos creativos en tiempos de estrechez distributiva. La palabra ajuste nunca nos significó una tragedia que motivara ríos de tinta, sino el enésimo manos a la obra para hacer la contención social desde las limitaciones estructurales de una oficina estatal. Acá en el contrafrente, nadie tiene tiempo para conmoverse por nada. Somos autómatas de la función pública peor remunerada.

El Negro dice que lo que le doy no le hace nada, que quiere algo más fuerte. No jodas, Negro, esto es lo que hay. Lloriquea un poco, se pasa los dedos negros por el bigote gris, dice que se va a quejar con los concejales, que él necesita estar bien para el laburo. Sí Negro, andá a hablar con los ediles, pero yo sé que después no va, que se caga ante la autoridad política que lo emplea. Y sí, ser culata de un par de concejales es un trabajo estresante.

Cuando llega el recorte presupuestario, la oficina estatal legislativa se vuelve un polirrubro: la gente viene a pedir cualquier cosa, sobre todo remedios. Asesores legislativos se familiarizan con los genéricos: ibuprofeno, enalapril, ranitidina, amoxicilina, salbutamol. Las chicas de los planes caían a pedir el evanol, les daba vergüenza manguearlo, además de pobres eran tímidas, lo que pasa es que en el hospital no hay y me dijeron que acá…, decían a modo de disculpa. En realidad nosotros ya sabíamos todo lo que nos iban contando y también sabíamos quienes las mandaban, aunque a veces las chicas no nos decían, les daba timidez, y además para qué, si ellas sabían que nosotros sabíamos. Éramos creativos, y como la política nunca cesa, ya teníamos nuestro hombre en el departamento de compras del hospital. Nuestro dealer sanitario en tiempos de flaqueza distributiva.

A veces la oficina del contrafrente tenía sus jornadas relajadas, un gigantesco tiempo muerto de charlas, llamadas telefónicas, confesiones, el raje temprano al acto partidario y entonces todos los punteros hacían base ahí hasta la hora de ir a buscar los micros y levantar a la gente. En la oficina legislativa trabajaba también una especie de secretaria que atendía el teléfono y anotaba los mensajes. Una flaca muy simpática que había venido en comisión de la secretaría de gobierno. Uno de esos días vino un flaco que militaba por amor, pero que ya estaba lógicamente rentado (no hay otra militancia que la rentada, porque la única militancia que vale es la estatal) y lo pusieron como nexo oficial con los clubes y sociedades de fomento de un barrio. El pibe venía a hacer la catarsis, lo puenteaban por todos los wines, nadie le daba bola, las entidades le pedían directamente a los punteros o hablaban por teléfono con los funcionarios, el flaco estaba pintado y se daba cuenta, sufría, se estresaba, le salía un sarpullido, estaba contracturado, decía que estaba tan tenso que a veces no se le paraba, la flaca-secretaría lo escuchó y se rió en voz baja, el flaco estaba tan preocupado que no se dio cuenta, decía que si hubiera sabido que la militancia era así (y sí flaco, es así) se iba a la mierda, yo hojeaba una carpeta con las modificaciones de la ordenanza impositiva y cada tanto lo miraba, la flaca lo miraba desde su escritorio y le dice: acostate en el piso. Acostate boca abajo, que yo te camino por la espalda y te acomodo las vértebras, eso relaja mucho, lo hice varias veces y salió bien. El flaco me mira, le digo acostate boludo, que no pasa nada. Si la flaca le rompía la columna íbamos a estar jodidos, pero yo ese día ya estaba un poco cansado, y lo más probable era que no pasara nada. La flaca se levanta, tiene una pollerita de jean gastado, se baja de unos zuecos con los que hace toc-toc contra el piso todo el día, los acomoda al lado del escritorio. Levanta el pie y tantea la espalda del flaco como si probara la temperatura del agua de una pileta, y se sube. Tiene los talones un poco sucios, percudidos, y las uñas pintadas de negro, la flaca desliza los pies sobre la espalda del flaco, le surfea los omóplatos y el pibe resopla, evidentemente quiere que lo caminen todo, la flaca se ríe y lo camina haciendo equilibrio, un par de huesos crujen y se acomodan, el flaco casi gime con la boca contra el suelo y alcanza a decir que ya no le duele tanto, se ríe un poco y los tres nos reímos mientras ella lo camina con una mano apoyada en el armario, y yo espero que no entre en ese momento ningún concejal ni ningún ciudadano de la nación.

miércoles, 27 de julio de 2011

María Eugenia Bielsa

Dijo María Eugenia Bielsa: que ella no está afiliada al PJ, que cree que como frente, pero aun más como movimiento, el peronismo tiene mayor potencialidad electoral que como partido. Que le pueden decir peronista o kirchnerista y que ella no se desvela por esas etiquetas, porque un movimiento como el peronismo está más allá de los personalismos. Algo parecido a lo que dijo Urtubey cuando reeligió en Salta. Dijo La Bielsa: que el peronismo provincial realizó un cronograma de internas muy positivo que permitió afrontar la elección general con unidad partidaria. Que ella pudo comprobar que los cuatro sectores que participaron en la primaria, tanto en los niveles dirigentes como militantes, trabajaron territorialmente para los candidatos del frente justicialista. Dijo que la boleta única fidelizó la relación individual del votante con el candidato, la estrechó de una manera compleja, y que los partidos políticos tendrán que readecuarse a este hecho. Dijo que el resultado de la elección no diagnostica la necesidad de una reconstrucción del peronismo local, porque no se destruyó nada, pero que sí es necesario redefinir el camino político. No pronunció la palabra liderazgo, pero la cosa andaba por ahí. Dijo MEB: que pese al proceso político-territorial de unificación del peronismo, en los días previos a la elección percibió que existía una porción del electorado que no estaba contenido por el trabajo militante, ni podía estarlo, que había un voto independiente (o desideologizado, agrego yo) que decidiría por fuera de las coagulaciones que pueden fijar la militancia y las estructuras partidarias, y que ese voto no estaba yendo al peronismo. Dijo que hubo muchos votantes que no encontraron en la boleta una cara con la que se sintieran identificados. Dijo que Rossi hizo una buena campaña, pero que él partía de una situación compleja porque su función de jefe de bloque parlamentario nacional lo asociaba a una conflictividad y combatividad lógica que deriva de ese rol legislativo, pero que esa impronta lo perjudicaba para postularse a un cargo ejecutivo. Dijo que evidentemente los votos del peronismo habían fugado a la candidatura de Miguel Del Sel. Dijo que su triunfo en la legislativa se pudo deber al hecho de que los santafesinos en ella veían una figura local y no nacional, una figura más identificada con la cotidianeidad provincial (“La” Bielsa). Dijo que quizás su triunfo en los territorios más humildes y postergados se relacione con un imaginario que la asocia a su época de vicegobernadora (y de concejala), cuando hubo una presencia concreta frente a problemas muy complejos como la inundación, y se puso el cuerpo desde la gestión provincial de aquel entonces. Decía MEB para explicar su nivel de voto en la interna: “Cuando uno territorializa el voto, por ejemplo en el caso claro de la ciudad de Rosario, en los barrios donde más sufrieron la pedrea, donde más sufrieron la inundación y donde más sufrieron la postergación de la gestión socialista en cuanto a la cooperación en términos de acciones concretas, nosotros hemos estado siempre acompañándolos. Hemos estado en cada una de esas situaciones, a veces pudiendo resolver íntegramente la cosa, otras veces resolviéndola a medias y otras acompañando y poniéndole el cuerpo claramente a una situación en donde nosotros sentíamos que teníamos responsabilidad por nuestra función de gobierno. Creo que la gente votó, y esto lo digo con mucho pudor y una sensación de deuda inmensa, que siempre estuvimos a su lado y haberlos acompañado a pesar de no haber conseguido resolver el problema. Por lo tanto creo que, al menos para los cargos legislativos, deberá repensarse todo lo referente a las campañas y los gastos de las mismas, porque la gente no valora lo que decimos en los últimos 60 días; valora lo que hemos hecho en los últimos 60 meses”. Dijo la ex vicegorbernadora que ni el 35% de ella ni el 22% de Rossi marcan supuestos pisos o techos electorales para la intención de voto de Cristina en la provincia, que los votos de Cristina hay que analizarlos de otra manera, en una lógica nacional, y que el peronismo santafesino tiene que armar una propuesta política que esté en sintonía con las políticas de gobierno nacional y que también atienda a la cuestión productiva de la provincia. Todo eso dijo María Eugenia Bielsa, la candidata ganadora del peronismo en las elecciones de Santa Fe.

lunes, 25 de julio de 2011

Modo a prueba de fallos

La imposibilidad de una reducción de daños razonable (el escenario santafesino a gobernador ya era complejo a partir de los pisos reales que fijaron las primarias) y la turgencia del voto Del Sel-Bielsa, obligaría al peronismo provincial a algunos replanteos estratégicos para ser alternativa de poder en el 2015. Esas estrategias hoy se ven incompatibles con el criterio de acumulación política cristinista, y Rossi quedó en el fuego cruzado que implica ser un candidato legitimado en internas pero que no llena el formulario de candidato ganador. Por eso siempre se habló de reducción de daños para salvaguardar el bilardismo electoral de Balcarce 50. El peronismo provincial unificado garpa el costo de una paradoja que se huele en el ambiente: el hecho complejo de que existe un consenso electoral nacional (cuya justa medida quedará blanqueada en las primarias del 14 de agosto) que se nutre de un fin de ciclo discursivo, una naftalina retórica que no alcanza a medir ciertas señales que va entregando el escenario político. Se comprende: el cristinismo todavía no tiene nitidez política, la presidenta no considera oportuno, todavía, elaborar un discurso para el futuro.

Las respuestas erráticas ante lo que representan Macri o Del Sel con sus éxitos electorales a cuestas, son el síntoma de esa caducidad discursiva que a veces parece nutrirse de los libros de historia. Una transfusión lánguida de palabras sepias. Piezas de museología. La incomprensión brutal de que el menemismo, además de muchas cosas, también fue una gloriosa revolución cultural.

Una hegemonía peronista tiene que cerrar esa brecha para poder gobernar en épocas de angostamiento distributivo. En esas épocas, también conviene establecer alianzas de gobierno con sustentabilidad política propia. Un desafío infinitamente mayor a no haber garantizado la fiscalización de un comicio.

Lo que no se puede negar es que los encadenamientos CABA, Santa Fe y Córdoba (si la reducción de daños no cumple con parámetros razonables, los razonables para un partido de gobierno, es decir, con los niveles mínimos de electorabilidad que un partido de gobierno como el PJ reclama) pueden generar un clima político para la primaria del 14 de agosto. Y recordemos que esa elección define los pisos reales, y según los que obtenga cada candidato, el perfil de la estrategia de campaña para octubre. No hay margen de error.

El voto cruzado existe, pero no debe ser una profesión de fe: es sólo un difuso y volátil dato objetivo que si se transforma en una diaria oración vespertina, pasa a formar parte del catálogo de argumentos para ornamentar la derrota.

Si la reducción de daños no adquiere un rango razonable en los distritos electorales más grandes que son hostiles al cristinismo, nuevamente la PBA aparece como la bestia negra que deberá esforzarse para aportar más del 20% de votos al PJ nacional. A esta altura, una tarea insalubre que no siempre es bien remunerada. Qué lejos que estuvieron las elecciones de la CABA y Santa Fe del discurso del poder. Qué lejos.

jueves, 21 de julio de 2011

El progresismo real de ciertas medidas concretas que el Estado decide sólo se verifica en las estructuras de financiamiento e inversión, en la ruta racional en la que acaban los presupuestos. En ese sentido, los números cepalinos documentan una realidad efectiva en las obras de saneamiento (tendido de red de agua potable y cloacas) que se hicieron en estos nueve años en el conurbano con dinero del gobierno nacional, y que Cristina recuerde esos números cuando le habla al país es algo positivo para mensurar en cuánto se elevó el piso de infraestructura básica en las zonas de mayor concentración poblacional. El saneamiento sanitario se pudo mejorar porque Aysa es estatal, y el camino de la inversión se ve allanado por esa absorción de costos que hace el Estado, pero que dada la estructura de esos mismos costos en el sector privado, acogota el margen de inversión en otros servicios básicos de los que hoy carecen amplios sectores pobres que no tienen ni siquiera el bálsamo de la tarifa subsidiada. Mientras los municipios se muevan bajo las previsiones establecidas por Planificación Federal (que tiene buen timming para asignar planes de obra, cumplir plazos, y bajar la guita), la progresión de las obras no está en riesgo (salvo casos puntuales de stand by en el Plan Federal de Vivienda) en esos rubros planificados, que básicamente se refieren a obras de infraestructura sanitaria largamente incumplidas por la eyectada Aguas Argentinas. Un caso emblemático es el de la planta purificadora de Berazategui, que se inauguró durante el gobierno de Cristina aunque debió estar terminada a fines de los ´90.

El problema surge cuando las obras no están previstas por el paraguas financiero de Nación, dejando al descubierto la inviabilidad presupuestaria de muchos municipios, pero también y por ese déficit, poniendo a prueba la calidad política de cada intendente para hacerse cargo de su propio quilombo. En el conurbano los tipos de intendentes no se dividen ya tanto entre los peronistas y los que no son, sino entre los que bonustrackean gestión y los que no. Gobernanza, o no. Justamente lo que pide el votante argento según el megacenso de la Vanderbilt (¿los políticos que quieren gobernar la nación, las provincias, y los municipios hicieron el análisis político de esa encuesta?), y que también va a fijar los pisos de electorabilidad venideros. Hacia el interior del PJ, se marca la línea de corte entre los barones aburguesados, cansados, daltónicos, y los que quieren recuperar montos coparticipables y atribuciones político-administrativas.

El tendido de red de gas natural no figura, por ahora, en la agenda de Planificación Federal, y como se viven tiempos de bilardismo electoral, el tema no va a ser tocado hasta dentro de un año. El sistema de subsidios es como la torre del Jenga: las maderitas de abajo no se pueden tocar sin que caiga todo, y a medida que se agregan maderitas arriba la torre oscila y se inestabiliza cada vez más. La metáfora del Jenga puede usarse para describir bastantes variables del modelo económico, pero en los servicios subsidiados lo que se ve es la desigualdad rampante que impacta en las áreas sensibles del poder adquisitivo, la sustentabilidad productiva y la distribución territorial-tributaria-social (Jujuy subsidia a la CABA y el área metropolitana, el pobrerío subsidia a la clase media alta, etc). A modo de parche y referencia, el gobierno nacional lanzó los planes “para todos” en carne, pescado y cerdo, y celebró acuerdos acotados de precios (el más efectivo es el que se firmó con CIARA para aceites comestibles) que no llegan a incidir en la tendencia del mercado. Una racionalización del subsidio para hacerlo menos regresivo significa meter mano en la economía, porque falta mucho para que la Argentina tenga una política de crédito medianamente amplificada y estable. El pueblo quiere menos capitalismo asistido, y que las inversiones de impacto social (político) concreto las haga el Estado por la vía rápida. Es realmente llamativo que Cristina prefiera subsidiar el precio de la garrafa de gas en un mercado riesgoso y esquivo (y sin infraestructura competitiva) antes que acordar el financiamiento de obra pública con el concesionario privado para realizar las obras del tendido de gas de red, que el costo de inversión lo garpe el Estado (que tiene divisas para meter, ahora que el stop and go es una lejanía) y no el asalariado que padece el recalentamiento del consumo en el mercado perro de la garrafa y mira a través del vidrio el consumo calificado de los hogares residenciales. Ante la demanda popular concreta, algunos intendentes comenzaron a bonustrackear gestión en este tema urgente y de irritante desigualdad social, para cubrir el hueco que dejan la Nación y la Provincia. Porque con el alumbrado, barrido y limpieza ya no se ganan elecciones en los municipios del conurbano. La gente entrega electorabilidad a cambio de gobernanza, en un electorado cuyo 70% no suscribe ya a identidades políticas firmes. Ya no se gana con la camiseta, o con la declamación verbal de pertenecer a un “proyecto”, aunque el peronismo siga siendo el garante más nítido, todavía, para administrar gestiva y territorialmente las tensiones entre el estado y el mercado. Los gobernantes que enlacen política y poder para un silencioso progresismo real de las acciones de financiamiento (frente a los declamadores profesionales de la indignación sobreactuada) son los que miran hacia la neodécada que viene. Creo para mí que 1,6 millones de hogares (hogares, no habitantes) sin gas natural de red en el conurbano es mucha gente, y lo cierto es que ni Nación ni Provincia tienen previsto poner un peso para extender la red. Justo cuando meter inversión en infraestructura de red para que los pobres accedan a la tarifas subsidiadas es lo más progresista que hay. Cuidar el poder adquisitivo de la gente, porque una hegemonía política sólo se construye con gobernanza, con bonustrackeo estatal, con la épica del financiamiento. No tanto con relatos y literatura. Los buenos políticos ya lo saben hace rato.

miércoles, 20 de julio de 2011

Cristina 5 Néstor

La obsesión del político es la logística. Las horas de esa escalada empresarial en el poder son la obra que el político cuida entre algodones. Gobernar es parte de esa escalada. Kirchner fue un gobernador feudal y a diferencia de Menem, un primus inter pares en la mesa de los empresarios. Un hombre de estado, y de empresa. Daniel Hadad, un periodista y un hombre de empresa. Esa dualidad común mostraba al empresariado nacional posible que germinaba tras la máquina a vapor del ex modelo de tipo de cambio competitivo con inclusión social en la época en que todavía se llenaba capacidad ociosa, los verdaderos años dorados de Kirchner (2003-2007) de agroindustria pura y dura, de reestructuración de deuda y de moratoria previsional.

Cuando lanzó a Boudou, Cristina narró a la renegociación de deuda como la medida base de la década kirchnerista que murió el 25/6/11. Lo mismo opina Daniel Hadad. C5N es el canal de noticias que mejor captura el sentido común social emergente de la estabilización kirchnerista de la economía. Nacido en la mitad de esa década forjada por agrodólares salidos a mansalva del surtidor comercial externo y de la temperatura cálida de la Bolsa de Chicago, C5N fue la gran inversión productiva con sustentabilidad logística que le permitía a Kirchner abandonar el matrimonio con Clarín con las garantías de neutralidad antitestimonial que un canal de noticias requiere para tener poder de fuego. Porque antes de la lluvia y de la sobresaturación empalagosa de “sentidos y representaciones” que llegaría al promediar la presidencia de Cristina, la idea de Kirchner era jugar sobre terreno seguro, explotar esos espacios comunes de empresa en los que Hadad (o Brito, o Franco Macri, o el viejo Blaquier, o Werthein)) no era una idiosincracia extraña, es decir, insertar política como un líquido que se distribuye y gotea al ritmo del pistoneo propio de la lógica empresarial que tienen todos los medios de comunicación. Por fuera de las coyunturas políticas y de las ocasionales mesas en las que se pronunciaba la frase-oferta “te compro todo” como contracara impiadosa y realista de la grasa teórica, C5N fue el gran canal kirchnerista de la vida cotidiana de esa mayoría silenciosa que le hizo clavar un 46% a Cristina en 2007. C5N es la transmisión de todos los discursos de Cristina en vivo, y a continuación y sin intermediaciones el informe del caos de tránsito, esos cortes de calle que tanto nos rompen las bolas a los votantes de Cristina en la nación, de Macri en la ciudad, y de Scioli en la provincia. Hay que ver con que muñeca C5N surfeó las escenas más álgidas de la batalla mediática y se apartó de la línea de fuego que terminaría condenando al oscurantismo binarista a varios. Podríamos decir que el lema de Hadad siempre ha sido: la línea editorial no será negociada, así como Kirchner no negociaba su línea política. El encanto de los discursos del poder: eso es lo que la sociedad espera de sus liderazgos.

C5N es un canal de mayorías que no se hunde en las ansiedades autodestructivas de TN y “los medios militantes”, y es el telón de fondo informativo-tecnológico del modelo petro-sojero con reparación social. Didáctica del touch screen, plasmismo, planos tipo dogma 95, estética de la digitalización: C5N es la infraestructura audiovisual del orden que instauró Kirchner, y de una época. Y esas zonas de intimidad político-empresaria que Kirchner transitaba y trabajaba con furia y con experiencia están reflejadas en esa frase casi familiar que tiró Hadad hace unos meses a modo de deseo: si Cristina se animara a ser en público como es en privado…

Quizás lo que más moleste de Daniel Hadad (el tipo que tiene la virtud de estar siempre “a tiro de Nextel” para la muchachada de la Rosada) es esa autoridad implícita que tiene, ahora, para narrar al cristinismo, para detallar “el juego de las diferencias”, frente a una cierta intelligenzia progrekirchnerista que se siente con derechos adquiridos sobre las teorías y los usos de los medios de comunicación, pero que al mismo tiempo no paró de comerse todos los amagues que Néstor tiraba y de sufrir el daltonismo político que los hunde (por cualquier boludez) en los sucesivos estados de euforia, decepción, negación, depresión, euforia…, y que no se bancan admitir con alegría que a muchas reuniones políticas Kirchner no iba con “los mejores cuadros”, sino con sus testaferros. Porque los discursos del poder son la esperanza de la Nación.

Pero lo que más nos gusta de C5N es que lo miramos cuando queremos ver la noticia en bruto, como miramos a la Selección por Telefé con Niembro-Closs porque queremos ver el partido tranquilo y sin pensar en que hay que realizar la operación ideológica forzada de darle rating a canal 7. Y ver a Eduardo Feinmann retomar la poética de Pasolini para cargarse a los adolescentes hiperpolitizados del Pellegrini que tienen tiempo libre y necesidades básicas satisfechas es vernos en el espejo del voto cruzado para la paz social, un voto a los Partidos Políticos del Orden. Por C5N desfilan la sobrina cheta de Daniel Osvaldo, Domínguez y su ser de luz, Elio Rossi y su mansa carnicería deportiva, una milf de perfil bajo y alta solvencia profesional como Débora Plager que nos recuerda a las chicas de las películas de Silvio Bandinelli, un Novaresio picante que gasta en vivo a Doris Capurro (la princesa del saraseo y el humo sobre el agua) cuando le pregunta si ahora las encuestas tienen un margen de error de +20% o -20%, y que tiene a la gran Paola Juárez y su estilo minimalista para desplegar la crónica carveriana de la rosca con la sabiduría que surge de conocer bien el backstage diario de la política, de tener buenos teléfonos y lograr buena data. Paola es una de las pocas periodistas políticas que hace sonar en sus labios el sintagma “costo político” a la hora del análisis (¿alguna vez viste a uno de páginadoce hablar de “costo político”? y ese realismo árido nos copa mucho, por eso nos gusta C5N, y Política en vivo es mi programa favorito. Y mientras esperamos que llegue el 14 de agosto que va a fijar los pisos reales, nos preguntamos cómo va a construir Cristina el consenso político que le falta al consenso electoral que tiene.

viernes, 15 de julio de 2011

"Pero Macri, cabe aclarar, no solo es exitoso porque juega una estrategia ganadora y porque es capaz de sostenerla en todo momento. Ser un winner electoral requiere un talento y cualidades personales poco frecuentes, que la mayoría de los políticos no poseen. Son contados con las manos aquellos capaces de mantener popularidad y poder electoral propios, con independencia de las condiciones cambiantes. En ese sentido, Macri pertenece a un cuadro en el que también forman otros ganadores electorales natos como Daniel Scioli, Carlos Reutemann o Sergio Massa. Lo que lo diferencia de ellos es su impermeabilidad al peronismo, que lo mantiene confinado a la Capital."

lunes, 11 de julio de 2011

Hace una semana un familiar me preguntó por la elección citadina, que cómo veía las encuestas. Yo dije que no sabía, que las encuestas estaban todas operadas, que ya era joda. Para mí gana Macri por afano, le dije. Este familiar le tenía mucha fe a Solanas, no puede ser que se caiga tanto, Luciano, me dice. Sí puede ser, le digo, porque el electorado se colocó en situación de voto a intendente y la mitad del voto de Solanas pasó todo a Macri.Y la cortamos ahí, porque yo quería ver Río Bravo. Howard Hawks es un director que me gusta mucho.

De este lado del riachuelo, la ciudad es vista como un distrito menor. No creemos en la centralidad política nacional de lo que pase políticamente en la ciudad. No nos gusta que de una elección a intendente se haga un melodrama o un grito de alcorta. De este lado del riachuelo creemos que hay 364 días de pedaleo para ganarse el manguito, entre la lona y la oxigenación, y un día se vota. El día que se vota, solemos preferir al partido de gobierno, o aquel que garantice un orden para lidiar con algunas garantías en este bazar urbano hecho de instituciones deshilachadas y mercado. Nos gustaría que ese partido al que votamos se ocupe de saldar en algo el problema de la justicia social, pero casi nunca pasa, aunque estamos perfectamente esclarecidos de que si agarran la manija otros, seguro que nos va peor. No nos gusta mucho la palabra “modelo” o “proyecto”, nos suelen atraer más las medidas concretas. No sabemos cuantos libros escribió Torcuato di Tella, ni tenemos que acudir al coeficiente Gini para termometrar lo que le pasa a la gente. No nos parece que Scioli o Massa sean de derecha, y tampoco Cristina nos parece progresista.

Indignarse es un acto de escapismo, un houdini consignista que la política y la militancia no toleran. Acá hubo kirchneristas de lujo que se indignaron porque la negrada del 2º cordón votó al colorado De Narváez en 2009 para ganarle a NK, y hablaron de un término atrasado: la derecha. Hoy veo kirchneristas con paladar de ébano que predican un populismo de salón, muy mal entendido, para verduguear a una mayoría popular que votó a Macri.

Ganó Macri porque Filmus asumió como propia la gramática psicobolche que terminó de fracturar la tentativa de alumbrar alguna delgada línea entre el peronismo porteño y la conducción presupuestaria del Estado. Macri concretó la medida progresista que reclamaban los asalariados capitalinos: tener una policía distrital. Lo que diez años de centroizquierda gubernamental había evadido con todo tipo de mashupeos discursivos originados en el culpabilismo ideológico. Diez años que sedimentaron el erial administrativo hacia los 200 cuerpos “matados por la corrupción” y al defaulteo punteril en la toma del Indoamericano. En ese sentido el filmusismo siempre fue un ibarrismo y avivó continuidades allí donde se necesitaban las rupturas para cualquier hegemonía que quisiera desbancar a Macri. Quizá sin proponérselo, Filmus se fue declarando heredero forzoso de aquella década “anterior a la derecha”, sin comprender que ahí no había un clivaje que recomponer, sino barajar y dar de nuevo. El peronismo porteño kirchnerista pensó que había que llenarle el tanque a un consolidado progresista que sería la base de acumulación política hacia el manantial nacional y popular. Después de los resultados mellizos de las elecciones ejecutivas de 2007 y 2011, esa concepción saltó por los aires. Algunos reflexivos ya empiezan a decir, con remarcable lucidez, que el progresismo ya fue, hace mucho. Ahora le tienen que avisar a los dirigentes. La década progresista terminó por inmunizar a Macri como el hombre de Estado posible y razonable para la ciudad de la robustez impositiva por otros diez años propios. Es duro, pero es la realidad sobre la que se debe evaluar una construcción política que quiera gobernar la ciudad, y no sólo pajearse con “la batalla cultural”. Macri, votado en masa por el neoconurbano sur, para ridiculizar aquel cantito mesozoico que lo bestializaba bajo la rima facilonga entre “basura” y “dictadura”, ese cantito vacacional que corean los niños de clase media que tienen tristeza y sobrepolitización, ese cantito que lava y autorregula las culpas heredadas de un nostalgismo mercantil, pero que no reverbera en el cemento que trajinan los que buscan el pan en el tumulto diario de la democracia de mercado.

Cositas de la elección: la estrategia electoral de Durán Barba fue impecable, la del filmusismo, inexistente. El killer ecuatoriano planificó la masacre leyendo con mucha claridad la magnitud del voto cruzado Cristina-Macri, mientras Filmus iba a los programas a contestar sobre Schocklender. Macri inauguró el metrobús y Filmus hablaba del “rol del Estado”, parecía que el diccionario flacsista se le había venido encima y lo hundía en el pantano del saraseo. El voto Cristina-Macri perjudica a candidatos ideológicos y sin el perfil atrapatodo clásico peronista como Filmus o Rossi (que deberá armar una estrategia para sortear el voto cruzado Cristina-Binner y evitar fugas a la candidatura de perfil peronista de Miguel Del Sel), pero el dedazo que ungió a Filmus nos acerca al tema tabú del año (que ya he charlado con algunos blogueros peronistas off the record): el cristinismo eligió, por lo menos de acá a las presidenciales, establecer un criterio de acumulación política superestructural en el que los convalecientes o minusválidos electorales son tirados por la borda para aliviar la carga de la lancha que lleva a Cristina hasta octubre. Esta acumulación tiene un patrón estético que no es definible ideológicamente todavía, pero que está claramente legitimada por el consenso electoral del que parece gozar Cristina, y que busca reordenar los espacios de poder hacia el interior del peronismo realmente existente, pero (y esta es la novedad) poniendo en riesgo la sustentabilidad que una hegemonía requiere para generar un nuevo consenso político (que Cristina deberá construir para su gobierno). Esta paradoja es la que genera el malestar en el Partido Justicialista, y las imprevisibles consecuencias que ese criterio de acumulación generaría paulatinamente en los complejos dispositivos de gobernabilidad en una temporada de angostamiento distributivo. Recordemos que esa acumulación “por arriba” eligieron el macrismo y el kirchnerismo porteño, y no hubo interfase que amortiguara lo del Indoamericano. Tras bastidores, el llano: a los ojos del electorado citadino, estatalmente Filmus no garantizó más que Macri. Filmus no logra transmitir más gobernanza que un tipo tagueado como antipolítico. De la nación, ya reciben lo que quieren: tarifas de servicios públicos hipersubsidiadas para la clase media y media alta.