viernes, 15 de junio de 2012

Dear Prudence


La discusión del “modelo” para la nueva etapa económica está llena de gramática oxidada. Volvió la política, y con ella la solemnidad bajapija de los teleprompters mentales que brotan de las voces audiovisuales de los militantes del Evita. Como los que en la escuela pasan al frente y narran la lección de memoria, las defensas discursivas del cristinismo no se permiten transbordar al nuevo suelo del neorrealismo social: y la gestión lo hace con el delay que revela esa necesidad de ajustar la toma de decisiones a una conceptualización global previa. Esta tendencia no supone una disminución del pragmatismo para gobernar, pero sí una pérdida de intuición política.
En el acto de Vélez que juntó a toda la izquierda kirchnerista, Cristina dijo: unidos y organizados. Y esa consigna también galopó como concepto, como autopalmada en el hombro, pero sin aspereza operativa: ¿unidos con quién? ¿organizados cómo?
Es evidente que el actual liderazgo ensaya una reformulación de sus alianzas políticas de sustentación que también intenta basarse en una conceptualización política que se inició con el fin de la pax kirchnerista en marzo de 2008, se cristaliza en el 2009 y se intensifica con la conducción supérstite de Cristina. Detrás de la nominalidad electoral, la política hay que trabajarla en los bastidores, con la territorialidad intuitiva del político que atrapa la melodía del sentido común y con eso hace algo: algo que resguarda las reparaciones sociales del pasado reciente con una narración del futuro. Y con acciones para el futuro, claro. En el peronismo ese rastreo germinativo (enlazado siempre al poder, pero también al camino menos sinuoso hacia la estabilidad económica y al amortiguamiento de la conflictividad social) está en constante escaneo, buscando las/sus representaciones para ese consenso complejo que siempre está viniendo. Hay una frase que siempre escucho de los políticos peronistas en actividad (los de la generación de Néstor, que como él, siguieron en esto y no se retiraron, no se fueron a escribir libros): el pasado para los historiadores, el futuro y el presente para los políticos. El norte del poder es la representación, por eso en el peronismo siempre “entraban todos”, y eso desde el arranque, desde que Eva Perón le prorrateaba confesiones a Hernán Benítez y a Virgilio Filippo. Gobernar el angostamiento distributivo es la tarea ingrata de subir heridos a la ambulancia: los asalariados encubiertos de la categoría b del monotributo lesionados por el 35% de aumento mientras no se liberan los subsidios a tarifas de gas y luz que valen menos que una grande de muzzarella, los que viajan en el transporte público desinvertido, los obreros aristócratas que tienen el sueldo reducido y la jornada parada, los jubilados que se paran a hablar en la calle del monto de las jubilaciones. Ahí están los yacimientos de la representación hacia la cual el político va en busca, porque el pasado ya fue votado. ¿Las alianzas políticas del gobierno acompañan el rumbo de la representación que va viniendo? Es decir: Moyano cometió errores políticos, pero no comete errores sindicales. Tampoco pueden festejarse la existencia de caceroleos (por más residuales que sean) ni reeditarse el conflicto con el agro, porque la industria acumula déficit y hay menos dólares para financiarla. Por todas esas grietas gotea y se filtra alguna clase de sentido común a tomar y representar por el propio partido del orden: como dice ABBA, el ganador toma todo, construye el discurso sin destruir nada, desde la AUH a la IED. La democracia posmoderna argentina es una tregua: a los radicales y peronistas que gobernaron el país desde 1983. Un poco lo que dijo Pichetto en el discurso de recuperación accionaria estatal mayoritaria de YPF, casi como contracara del discurso historicista y unidireccional de Rossi en la otra cámara.
En esta visión conceptualizadora de la política (y no por ello menos decisionista) que no traspasa el umbral del “dialecto kirchnerista”, el 54% de los votos que sacó Cristina, está, hoy, subrepresentado.