miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Barones", "Blancos" y la larga marcha hacia 2015


Yo tengo una forma particular de hacer política que me costó enfrentarme con los punteros. Trabajé mucho con los miembros de las ONGs en las elecciones para tener nuestros propios fiscales y eso me costó otro enfrentamiento con los punteros. Las aspiraciones y el sueño de abandonar las prácticas informales son la línea que separa al puntero del vecino común de un mismo barrio. Las políticas estatales eficaces permiten fortalecer a ese vecino común y disminuir la incidencia de las intermediaciones.”

Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría. Reelegido en 2011 con el 63,26% de los votos distritales validamente emitidos.


“El puntero político hoy no es el de antes, que tenía el control de un territorio. Ahora está todo más mezclado, hay más organizaciones, hay más llegada directa del estado, los punteros han  perdido peso político.”

Darío Giustozzi, intendente de Alte. Brown en Animales Sueltos, 3-10-13. Reelegido en 2011 con el 71,88% de los votos distritales validamente emitidos.

Lo que no significa que “prescindan” de los servicios de la intermediación, solo que conciben que ahí no está el “centro de gravedad” de la construcción de la representación peronista. Es decir, que no está en el mecanismo, pero sí en las bases votantes. Quizás la grieta entre los “barones” y los “blancos” de la camada ´07 (que se verifica claramente en los esquemas de gestión y de acercamiento a la cuestión partidaria) esté en la significación política que le dan a los mecanismos de intermediación y a los mecanismos de representación.

Para los “blancos”, son dos cosas distintas. Para los “barones”, esa distinción no lo es tanto. Para los “blancos”, la “fundacionalidad” de su propia gestión “incide en/ y modifica” la relación entre intermediación y representación, la hace menos lineal en términos “clasistas”, las demandas se amplifican y se ambigua el anclaje de clase. Los “barones” encajonan la demanda sobre los límites de su electorado “natural”, son supresores de conflictividad básica antes que rastreadores de neoagenda. Los “blancos” tienen la vocación de ampliar el campo electoral y son supresores de conflictividad allende el 30% nuclear. Si ya fue bastante explorada la hermenéutica “lumpen” que tendrá que transitar el panperonismo fpv-fr, lo que todavía no fue señalado es donde se hace el corte electoral y qué tan útil es hacerlo si de lo que se trata es de una sucesión que, con cualquier nombre propio, debe re-construir una hegemonía; en este sentido, la doble vía electorabilidad-territorialidad cobra una importancia más relevante que en otros ciclos que cerraron con crisis terminal.

Un dato tampoco analizado es cómo el FR suprimió conflictividad en el 1º cordón  en los tramos de clase media y media baja + aristocracia obrera para encauzar la demanda originada en las dificultades que exhibe el FPV como Partido del Orden nacional y provincial para conducir el angostamiento distributivo desde hace dos años: pero si hacemos un blow up sobre “sectores populares” (en la precisión y ambigüedad territorial del voto), se verifica en qué medida la inserción del FR sorprendió a los “blancos” efepeveistas de la 3ª.

Un análisis somero de la cartografía electoral en el GBA deja a la vista de que manera se produce la expansión del voto panperonista y los lugares ríspidos de disputa entre las herramientas FPV-FR, básicamente en la Tercera. En Lomas de Zamora el dato que preocupó a MI (y varios territoriales) fue la disminución residual contra las PASO en el circuito 583 (Cuartel IX duro) donde se esperaba un aumento residual alto (arriba del 7%) y donde hubo un crecimiento del FR (40% contra PASO) que fue superior al 20% que estimaban en el oficialismo distrital. La misma situación se verificó en el circ. 587 (mitad Cuartel IX y Lomas urbano periférico) y 590A (San José), ambos con una distancia de votos visiblemente menor. Más allá de la foto electoral y de los matices socioeconómicos entre estos tres circuitos históricamente peronistas integrantes del 30 %,  lo se ve es la potencialidad expansiva de la disputa del FR en un territorio que no es, claramente, de sectores medios. Similar situación se produce en Alte. Brown (pero al revés) con el FR blindando Claypole y Don Orione.

Lanús: FR ganó en Caraza-Diamante y el FPV en Chingolo, dos zonas equivalentes que fueron bastión histórico de los votos manolistas. Una distribución idéntica de votos se ve entre Libertad, Pontevedra y M. Acosta en Merlo.

En Avellaneda se ve la puja sobre circuitos homogéneos: Sarandí (FR), Dominico (FPV) y Wilde (FR), y el crecimiento idéntico en % de votos de ambas herramientas electorales contra PASO en Dock Sud (FPV).

La certeza idiosincrásica de los “blancos” del fpv es que el terreno de la disputa es demasiado policlasista como para “cerrar la estrategia”; en el FR esto fue comprendido mucho antes, cuando Massa  y sus intendentes armaron la herramienta electoral para acelerar un debate que es transversal al subsistema peronista: todos son conscientes de que la clase media de Dominico, Valentín Alsina y San Justo y el pobrerío de El Olimpo, Cuartel V y  Las Tunas no leen a JMS, Pagni, MW o HV.

La pregunta que fluye detrás de estas variaciones de la praxis peronista es: ¿Dónde estará el centro de gravedad de la representación mayoritaria con rumbo a 2015? En lo que parecen coincidir los intendentes del FR y los “blancos” del FPV (por afinidades de crianza política) es que esa definición la da una agenda de gestión propia. Para eso se requiere un esquema de financiamiento que el FR ya tiene definido, y que los del FPV tendrán como contingencia a resolver cuando desde planificación federal les digan que se cortó definitivamente la obra pública.


La dinámica del GBA obliga a pensar, también, por fuera de la trayectoria electoral que deja este turno: es lógico que el FPV interprete el 33 % nacional y el 32 provincial como un piso, pero desde una perspectiva de gestión que tiene que pilotear un angostamiento y no un derrame y que en dos años le pasó el costo a la clase media baja y la aristocracia obrera sin escalas, las chances de que ese 32% sea disputado por el FR crecerán irreversiblemente. En ese muy probable escenario de pelea por el voto proletario, quienes “sumen” la mejor tajada de “sectores medios” no ilustrados periféricos estarán más cerca del 40%. Si el territorio está en el centro de la representación, la electorabilidad (un fenómeno estrictamente peronista que dejó la renovación y que incorporaron para sí Menem, NK y Cristina, como explicamos acá) también siembra la semilla del poder.