martes, 13 de octubre de 2015

Voto útil y sprint final



Con tendencias electorales que siguen sin admitir el proceso polarizador, nos queda entonces la confirmación de algunos hechos políticos que ya se apreciaban en la gestualidad electoral de las PASO.

1. La baja (casi nula) expansividad de Macri en la instancia del catch all, que otorga la referencia previa para llenar el formulario de competitividad en un hipotético balotaje.

A pesar de ser 2º en las PASO y tener la chance de explotar la centralidad política de esa posición, Macri experimentó una tendencia inversa: no pudo fidelizar a fondo el voto radical de su propia coalición que le permitiera “dar el salto” para cazar fuera del zoológico, y  directamente no tuvo una estrategia hospitalaria sobre el voto flotante de Stolbizer o Massa para crear una sensación de dominancia ganadora de cara al balotaje. El electorado reaccionó a esa indisponibilidad virando (tendencialmente) hacia Massa.

2. Hay un voto de clase media del conurbano que en las PASO canalizó su bronca “antikirchnerista” de manera poco matizada hacia Macri pero que ahora refluye hacia Massa. Lo anticipamos a días del cadáver caliente de las PASO: la cartografía del voto bonaerense mostraba esta “anomalía” de índole demasiado volátil, que ahora se corrige frente a la elección real de acuerdo a la histórica dinámica “panperonista” del electorado provincial, donde el 75% del padrón no vota de acuerdo a un criterio centralmente “antiperonista”.

En ese aspecto y casi obviamente, Massa muestra mayor comprensión de la idiosincrasia bonaerense; propuestas que pueden parecer “irritantes” como la incorporación de las FFAA en el combate contra el narcotráfico se explican a partir de una lógica defensiva (porque Massa presiona “desde atrás”) que es muy eficaz para sumar votos en la provincia.

El discurso “punitivo” estatal siempre estuvo en el instrumental defensivo del peronismo bonaerense a la hora de afrontar una coyuntura electoral desventajosa (Rucucu gobernador, Insaurralde en 2013, los intendentes del conurbano en todas las elecciones) y está claro que como mínimo, es una ecuación “atávica” de la genética bonaerense que permite conservar votos cuando las condiciones de dominancia electoral no son del todo favorables.

3. La tendencia ascendente de Massa mantiene a Scioli “pisado” por abajo del 40% y permite la instancia de ballotage. La inocuidad de Macri en la zona del catch all hace que la expectativa del balotaje recaiga sobre Massa, tanto para forzarlo como para ser competitivo dentro de él.

Es evidente que Massa fidelizó la cota de los votos de UNA con mayor facilidad que Scioli y Macri sus “votos afines” desde un muy inhóspito 3º puesto en PASO, quebrando la tendencia histórica que mostró este instrumental electoral desde su debut en 2011; esa tendencia inercial trabaja “uno a uno” sobre los válidamente emitidos de Macri, pero en ciertas regiones electorales también capta voto “peronista flotante” (Córdoba, Santa Fe, NOA, PBA) que Scioli pretende para si.

Si estas tendencias se mantienen más o menos estables en la víspera electoral, la situación del “segundo” en una hipótesis de “voto útil” (que se produce o no de acuerdo a lo que “transmitan” los candidatos  a la heterogeneidad mayoritaria del electorado no oficialista) se define entre una acumulación cuantitativa de Macri o una acumulación cualitativa de Massa en relación al poder de fuego dentro del balotaje. 

Los seis grados de separación que hay entre la transitoriedad líquida de ser segunda minoría o ganar la elección.